Boda de noche parte 1

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El para siempre sellado
con la danza de las estrellas

 

 

Un momento único se crea, se moldea, evoluciona; se comparte. Iniciamos por la elección del día de nuestra boda y a partir de eso el sueño empieza a volar, agita nuestros corazones y nuestra mente juega a planear.

Luego pasamos a la pregunta básica: ¿A qué hora será?
A partir de dicho cuestionamiento elegimos el lugar, las personas que nos acompañarán, lo que daremos para amenizar, la manera en que se organizará, la ceremonia a celebrar, el discurso a recitar y, claro, las prendas que nos vestirán.

Así como la hora del día dicta la manera en que será la celebración, también nos da pistas sobre cómo se deben elegir las prendas para ese día tan especial.

Sí, un momento único demanda una vestimenta única; la noche es el escenario perfecto para esto.


 

La ausencia del sol y la importancia de pensar en la luz

El color es la interpretación de los reflejos de la luz en los objetos a través de la retina de nuestros ojos. Es por eso que si en función de la luz natural (de día) decidimos los colores, los contrastes y las sensaciones que queremos generar a través de nuestras prendas, se antoja obligatorio que al ocultarse el astro rey y hacer uso de las luminiscencias artificiales, la toma de decisiones y los fundamentos de esto cambien.

El gris no se ve igual bajo el sol que bajo una luz de led, el negro no brilla igual a las 2 p.m. que a las 10 p.m., por citar un par de ejemplos.


Repasemos las prendas de etiqueta


Entonces, partiendo de la premisa anterior, recordemos que de hecho las prendas de etiqueta se dividen por la presencia o ausencia de sol, en etiqueta de día y etiqueta de noche, y dentro de esa división también se pueden dividir en semietiqueta y etiqueta rigurosa.

Para los eventos de día tenemos al chaqué y para los eventos de noche tenemos al frac (etiqueta rigurosa) y al esmoquin o tuxedo (semietiqueta).

¿En qué varía su elección? ¿Cómo identificarlos?

La elección podemos hacerla en función del contexto de la ceremonia, el estilo
y personalidad del novio, y la intención que queremos tener con los invitados.

El grado máximo de formalidad es el frac y técnicamente al ser la boda un evento de máxima solemnidad, se pensaría que, entonces, el frac tendría que ser obligado, pero puede que la boda sea en una hacienda, con pocos invitados, que el novio no guste de usar moño al cuello y que realmente no quiera lucir sumamente formal y distanciado de los asistentes, por lo tanto, en un caso así la recomendación podría ser un traje de tres piezas.

Citando otro ejemplo, puede ser que la familia de la novia (en especial el padre), sea de altos mandos militares, y que por ende conozcan de la rigurosidad de la vestimenta en una boda; para poder ser congruente con eso, entonces el novio tendría que vestir el más clásico de los fracs, de moño, camisa y chaleco blanco.

Es importante recalcar que la longitud de la chaqueta define la formalidad. Entre mayor extensión tenga el saco más formal será; el chaqué y frac, con su máxima formalidad tienen un largo a la altura de las rodillas, en cambio el esmoquin o el traje de tres piezas sólo se alargan hasta el final de los glúteos.

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El chaqué

 

El chaqué es al novio, como el vestido blanco a la novia. Es el más conocido, el más difundido y el más adecuado.

En la década de los 1910, cuando el chaqué se creó y cuando en general las denominaciones de etiqueta se instauraron, al chaqué se le entendía como un conjunto de día o “morning dress”
por lo que su uso se destinaba únicamente a actos importantes que se celebraban cuando estaba el sol presente (no sólo bodas). No obstante, debido a que de unos 40 años para acá la rigurosidad en la vestimenta y el uso de la etiqueta en actos solemnes se relajó y casi desapareció, el chaqué pasó a ser entendido como el canon de las bodas (ya sea de día o de noche).

En artículos anteriores hablamos del chaqué para bodas de día y comentábamos la posibilidad de decantarnos por levitas (chaquetas), en gris medio y pantalones y chalecos al tono. De noche esa opción desaparece y nos quedamos ante la posibilidad del chaqué en su forma más clásica con sus cuatro prendas estrella:

La levita. Largo a la rodilla, en color negro o azul media noche, de solapas en pico y para los más estilosos, de botonadura de doble botón (esto es: del lado izquierdo el ojal y del lado derecho un botón por adelante y otro botón por detrás).

El pantalón. A rayas negras con grises, sin valenciana y sin pasadores para cinturón (la valenciana y el cinturón restan formalidad a los pantalones y al conjunto en general, es por eso que en un atuendo de este grado de formalidad es congruente olvidar el cinturón y, para sostener nuestro pantalón, hacer uso de los tirantes).

El chaleco. Sencillo o cruzado (cabe aclarar que el cruzado siempre será más elegante). Para los colores las tonalidades claras son las mejores, buscando contrastar con la levita y el pantalón; gris, crema, azul pálido, rosa pálido y amarillo pálido, pueden ser opciones bastante recomendables.

La camisa. De preferencia blanca. Apenas se oculta el sol, las camisas con motivos o colores pálidos bajo la luz artificial pueden crear efectos poco favorables para la pulcritud de la pieza (por ejemplo, lucir como si fueran pequeñas manchas de suciedad). Los puños dobles o franceses para su uso con mancuernillas.

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El frac

 

La prenda más formal dentro de todas las que existen en el armario del caballero, clásica, inmejorable y, quizás por eso, casi testimonial hoy en día.

Si comentábamos que en el caso del chaqué su uso estaba casi destinado únicamente a las bodas debido a la falta de conocimiento, solemnidad y rigurosidad en la etiqueta, el frac, por consiguiente, quedó aún más relegado entre el abanico de posibilidades del caballero. 

No obstante, en SOLITO compartimos la idea de que la nobleza y ceremoniosidad de las prendas son algo a rescatar, difundir y enaltecer, por lo que si es de tu interés el diseño de esta prenda para un evento tan importante como tu boda, tendremos todo el placer de confeccionártelo.

El frac de detalles clásicos e inmejorables; 

    • Corbata de lazo (o moño) en color blanco.
    • Chaleco de escote amplio, con solapa y de hilera sencilla, también en color blanco.
    • Camisa blanca con cuello paloma y puños dobles para su uso con mancuernillas.
    • Levita partida en el frontal, de largo a la rodilla, en color negro, con las vistas de las solapas en seda y de botonadura cruzada (la recomendación es siempre mantenerla abierta para que pueda lucir la belleza del chaleco).
    • El pantalón liso y en color negro (a juego con la levita), con una tira lateral de seda que se cose en cada pierna.


Con el gusto de siempre,
Equipo SOLITO

 

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