Boda de día parte 1

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El sol como testigo del día más importante de nuestras vidas

 

Introducción

Históricamente el ser humano se ha caracterizado por dos grandes conceptos a través de los cuales hace nacer, escribe y perpetúa las tradiciones; la unión como ejercicio social de estar en pequeños o grandes grupos y la eterna conmemoración. Conmemoración de éxitos, de nacimientos, de fallecimientos, de glorias y claro, la conmemoración de la unión entre dos personas. 
Dichas tradiciones se ven reflejadas de diversas maneras; en las canciones, en los hábitos, en los libros, en las historias, en los desarrollos tecnológicos y en la ropa.
La ropa refleja a la sociedad, la historia, la conmemoración y la unión entre dos personas, la máxima de las celebraciones, la boda.

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El brillo de la novia

En las bodas queda claro quiénes son los protagonistas: el novio y la novia, pero en especial recordemos que sobre todas las cosas, quien debe brillar en un casamiento es la novia.  

No es casualidad que el vestido de la novia sea blanco y que la ceremonia esté construida alrededor de ella; es para resaltarla, hacerla brillar, la novia es el punto central de la celebración y por ende, históricamente, el traje del novio se pensó, diseñó y perpetuó en función a eso; el novio complementa a la novia, la acompaña, la resalta.
El vestido de la novia es blanco, el traje del novio la mayoría de las veces es oscuro; visualmente, cromáticamente, el máximo contraste posible.

Y entonces ¿cómo se viste el hombre para un evento tan solemne?

El traje, como lo conocemos hoy en día tiene sus orígenes en los primeros años de los 1900 y es por la década de los 1910 cuando se consolida como lo entendemos actualmente. En esa época vestir de traje era sumamente común, pues no importaba la clase social, la edad, el lugar de residencia o el oficio, el traje era una prenda de diario y es por ello que se requerían prendas particulares para esos momentos especiales, que pudieran diferenciar al caballero en un evento de diario, a uno en un evento de mayor importancia.

En esos días las reuniones, eventos y conmemoraciones eran las actividades de esparcimiento, por ende, era sumamente importante vestir a la altura de dichos momentos y es ahí, en ese contexto, donde surgen las prendas “formales” o de “etiqueta”. 

Las prendas de etiqueta, en términos generales, se pueden entender y dividir de la siguiente manera:

   

Etiqueta de día y etiqueta de noche

    Para los eventos de día tenemos al chaqué y para los eventos de noche tenemos el frac (etiqueta rigurosa) y el smoking o tuxedo (semietiqueta). Como anotación básica y para entender la diferencia entre los rigores, podemos ver la longitud de la chaqueta o levita. El chaqué y el frac tienen una longitud de chaqueta hasta la altura de las rodillas y el smoking una longitud a la altura de los muslos. 

    El chaqué

    El chaqué es la prenda más antigua y formal de todas las usadas en las bodas. Si bien, al principio, se creó para los eventos de rigurosa formalidad que se celebraban de día, hoy, debido a que cada vez es menos frecuente este tipo de eventos, el chaqué pasó a usarse prácticamente sólo en las bodas y por ende, a volverse la prenda estrella para el protagonista del evento.

    Dicho conjunto está compuesto por cuatro prendas clave:

    1. La levita. De largo a la rodilla, en colores, recomendablemente oscuros, de solapas en pico y, para los más estilosos, de abotonadura de doble botón (esto es: del lado izquierdo el ojal y del lado derecho un botón por adelante y otro botón por detrás).
    2. El pantalón. En el clásico y afamado dibujo de rayas negras con grises, sin valenciana y sin pasadores para cinturón (cabe aclarar que la valenciana y el cinturón restan formalidad a cualquiera de los conjuntos o prendas que vestimos, es por eso que en un atuendo de este grado de formalidad es consistente no usarlos).
    3. El chaleco. Sencillo o cruzado. Para los más elegantes, sin duda el cruzado es la opción perfecta. El color claro; gris, crema, azul pálido, rosa pálido, amarillo pálido, pueden ser opciones bastante recomendables.
    4. La camisa. De preferencia blanca. También se ha expandido la idea de una camisa azul, rosa o amarillo muy claro, en cualquiera de las tres opciones la recomendación es mantener los puños y el cuello en blanco. Los puños dobles o franceses para su uso con mancuernillas.

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    La actualidad

    Sobre el tema puede surgir la pregunta ¿y si no estoy interesado en vestir un chaqué en mi boda, qué prenda puedo vestir?
    Las posibilidades, en general, se podría resumir en dos atuendos; el traje de tres piezas (esto es: pantalón, chaleco y saco), y el traje cruzado. El traje de dos piezas de hilera sencilla (esto es traje y pantalón), lo reservaremos para ocasiones de diario ya que, por su falta de “formalidad”, no hace justicia a la solemnidad de una boda. 
    Así, de mayor a menor formalidad, de izquierda a derecha lo podríamos acomodar de la siguiente manera:

    Chaqué > Traje de 3 piezas > Traje cruzado

     Chaqué > Traje de tres piezas > Traje cruzado

    Con el gusto de siempre,
    Equipo SOLITO

     

     

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