El blazer

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El blazer
Elegante, icónico e imprescindible;
la versatilidad del saco más emblemático


Nada más icónico que un nombre propio convertido en un común denominador.
En el imaginario general del vestir del hombre, cuando se escucha la palabra “blazer” se piensa en todo saco o chaqueta que no forma parte de un traje completo; en términos generales todo saco sport. Y sí, esto tiene algo de cierto, mas no es completamente correcto englobarlos de esa manera, pues si bien todos los blazers son sacos sport, no todos los sacos sport son blazers.
Los sacos sport son más bien una tipología, pues dentro de ellos podemos encontrar grandes variedades, citando algunos ejemplos podemos mencionar a las norfolk jackets, las rowing jackets, las hunting jackets, las traveling jackets y, por supuesto, las blazer jackets.
Y entonces ¿Cuál es la blazer jacket?
El blazer, en general, es aquel saco sport de color azul marino, de hilera recta o cruzada (siendo el cruzado el más clásico), de botones metálicos (plateados o dorados), de aletillas en los bolsillos, de solapas en pico, de doble abertura y con la capacidad de ser combinable, desde con pantalones grises de vestir hasta con pantalones de mezclilla.

Pero antes de hablar de su polivalencia, hablemos un poco acerca de su historia.



Un poco de historia; la marina británica y los clubes de remo
El primer blazer hace su aparición a mediados de los 1800 y debe su nombre al capitán de la fragata británica H.M.S. Blazer que, en 1837, al saber de la visita de la reina y de la importancia de vestir a sus marineros para dicho evento, les hizo confeccionar unos sacos azul marino cruzados con ocho botones dorados. La reina hizo saber de la agradable sorpresa que se llevó, y es a partir de ese momento, que los marineros eligen el blazer como parte de su uniforme.




Por su parte, el blazer de hilera sencilla ve su aparición en el siglo XIX en los clubes británicos de remo, en los cuales, para diferenciarse entre ellos, cosían diferentes franjas de colores en los filos de las solapas y chaquetas para indicar orgullo y pertenencia. Se caracterizaban además por su triple botonadura frontal y sus solapas con terminaciones redondas (más adelante conocidas como rowing blazers”).



De ahí en adelante se le consideró al blazer como una prenda con tres grandes denotaciones: militar – deportiva – académica; diferenciándose en gran medida por los pantalones con los que se combinaba y por los pequeños grandes detalles, como los escudos que se grababan en los botones de metal (pudiendo ser escudos de la marina, escudos de los clubes, escudos de las escuelas y hasta escudos familiares).
 
De ahí llegamos al siglo XX y a uno de los hitos que marcaron la vestimenta como la conocemos hoy en día; la consagración del traje como lo entendemos actualmente, ocurrida en los años 1910 – 1920.
 
A partir de ahí y de la mano de la ruptura hecha en los conceptos de las prendas por la familia real británica, el blazer empezó a verse cada vez más y más en las calles, como una prenda que acompañaba a diferentes atuendos, sin importar si estos tenían una intención militar, deportiva, académica o no.
 

 
El último gran resurgir del blazer como pieza emblemática lo vimos en los 60 en la Ivy League y en la vestimenta de los estudiantes universitarios, quienes a los blazers, para diferenciarse aún más entre las diversas escuelas a las que pertenecían, les cosían un parche con el escudo de la universidad en el lado izquierdo del pecho.
 


Entrados los años 70 y a raíz de la ruptura causada en la elegancia masculina por el movimiento hippie, el blazer (al ser una pieza ligada a la elite) se fue relegando cada vez más
y más hasta llegar a un punto en el que únicamente los señores de mayor edad lo vestían.
 
No obstante el término blazer se mantuvo (erróneamente), como vimos al principio del artículo, como un término para referirse a todas la chaquetas que no forman parte de un traje completo.
 



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    El blazer en la actualidad


Hoy en día podemos ver ciertas variantes del blazer en las que estos se confeccionan cruzados con bolsillos de parche, haciendo de estos una variante aún más sport. Asimismo, debido a la amplia connotación que tienen los botones metálicos y queriendo huir de ella, se empiezan a tener propuestas de botones en contraste con menor protagonismo, en colores blancos y marrones o hasta azules al tono del tejido. Todo esto con la intención de hacer a la prenda más “actual”, con menos personalidad, y, por ende, más llevadera en nuestro día a día.
 
Afortunadamente, hoy en día, hay sibaritas y apasionados de la buena vestimenta que cuentan con un blazer clásico (de corte moderno) en su armario, dándole el protagonismo y respeto que requiere la prenda.




Versatilidad y elegancia; el blazer en diferentes grados de formalidad

El blazer es quizás el saco más polivalente con el que contamos en el armario. Lo podemos confeccionar en lana virgen, franela o cashmere para las estaciones frías, y en lino, algodón o lana tropical para las estaciones calurosas.
 
Asimismo, y como predilección personal, se puede confeccionar en lana hopsack, que además de ser un tejido que permite llevarse todas las estaciones del año (jugando con las capas para las épocas más frías), es un tejido que tiene bastante resistencia a la arruga, por lo que es perfecto para un saco de viaje, que puede llevarse por largas horas mientras se está sentado en el avión o doblado en la maleta y listo para usarse apenas llegando al destino.
 
Por otro lado es una prenda que se puede llevar desde con camisa blanca y corbata, pasando por las camisas a rayas, camisas de buttondown, hasta llegar a las playeras polo. Jugando así con todos los grados de formalidad y, por ende, con casi todos los eventos y contextos posibles (excluyendo, por obvias razones, los eventos de etiqueta).
 
Como mencionabamos antes, en gran medida la polivalencia del blazer radica en su manera de acompañarlo con diversos pantalones, pues con ellos podemos seguir jugando con los grados de formalidad del atuendo; desde combinarlo con un pantalón de vestir en gris marengo para las reuniones de inicio de semana con un cliente, pasando por unos pantalones beige para el viernes casual y las comidas de cierre de semana, hasta con unos pantalones de mezclilla el fin de semana para el bien merecido brunch dominical.
 
Con pantalón gris de franela nos recuerda a la alta sociedad británica, con pantalón blanco a la marina o a la alta sociedad de Palm Beach de los 30, con pantalón caqui a los estudiantes de la Ivy League, y con pantalón de mezclilla al icónico Ralph Lauren. La manera de darle sentido e intención a la prenda es infinita y por ende, un básico e imprescindible del armario de todo caballero.


 
Recomendaciones
  • Una buena manera de impregnarle mayor personalidad al blazer es mandando a grabar los botones metálicos con el escudo de nuestra familia; algo que puede convertir a nuestra prenda en algo más exclusivo, personal y único.
  • Asimismo, para los coleccionistas y sibaritas, unos botones originales de la marina británica son un inmejorable guiño a la iconicidad de la prenda.
  • En términos generales si se va a confeccionar un blazer por temporada es importante recalcar el protocolo de los botones; así pues, para otoño e invierno se llevarán los blazers con botones dorados y para primavera y verano con botones plateados.
  • Si nos decantamos por botones de cuerno o madre perla (prescindiendo de los metálicos), es buen guiño mantener el color del botón en contraste con el azul del saco, eso recuerda el grado informal de la prenda y por ende ayuda a su versatilidad y capacidad de combinar en diferentes grados de formalidad.

  • Podemos jugar con la cantidad de botones dependiendo de lo que queramos comunicar; de ocho botones el más formal y el que guarda mayor relación con la vestimenta de la marina, de seis botones el término medio y el más común, y de cuatro botones el más moderno e informal, perfecto para fits más atrevidos.
 

 

Con el gusto de siempre,
Equipo SOLITO



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